El horno le enseña al alfarero humildad, nunca una pieza sale tal cual la imaginamos. Cuanto mayor sea la experiencia mas cercano va a ser el resultado, pero la cerámica tiene eso de único o mágico que es lo azaroso de trabajar con elementos naturales como tierra, óxidos, fuego, etc.
Muchas piezas salen hermosas, otras salen muy chiquititas, otras con una grieta, otras se rompen o funden en el camino. Pero al crearlas eso es secundario por que es el proceso lo que hace al artista, es el proceso lo que hace que el alfarero se cree a si mismo. En simple no creamos piezas creamos el cariño por la cerámica, el enojo por lo que no nos sale, pero tambien las ganas de seguir intentando. Simple no busca la perfección nunca, porque no cree en ella. Simple busca caminar y cambiar, mutar de barro a cerámica.
Creamos un lugar de encuentro.
Un espacio, para juntarnos, charlar, experimentar, explorar por medio de la cerámica, tomar algo rico y comer algún que otro biscochito o budín. Las clases son individuales o grupales.